Plaza de la revolución

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lunes, 13 de agosto de 2012

Hermanos de sangre e ideas; Sergio y Luis

Autor :Margarita Piedra Cesar

El 13 de agosto de 1957, hace exactamente 55 años, las balas asesinas de los esbirros de la dictadura batistiana troncharon las vidas en flor de los valerosos jóvenes revolucionarios pinareños, hermanos de sangre y de lucha, Sergio y Luis Saíz Montes de Oca, de 17 y 18 años de edad, respectivamente.

Los dos muchachos nacidos en San Juan y Martínez, habían sido formados por sus padres en los más hermosos ideales y sentimientos patrios, y desde muy pequeños conocieron la vida y obra de José Martí, a quien profesaban gran admiración.

Fue por ello que siendo todavía adolescentes comprendieron que la lucha era el único camino para lograr el bienestar de la Patria y ese camino fue escogido por ellos. Hay que destacar que en su etapa de estudiantes, ambos ocuparon cargos relevantes en las organizaciones estudiantiles donde se destacaron por sus principios y oratoria.

Luis, el mayor, había matriculado en 1955 la carrera de Derecho Civil en la Universidad de La Habana, mientras que Sergio había terminado sus estudios de Bachiller en Ciencias y Letras, en julio de 1957, poco antes de su muerte.

Después de los sucesos del 30 de noviembre en apoyo al desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, Luis regresó a su pueblo natal de San Juan y Martínez, para incorporarse al Movimiento 26 de Julio y poner todo su empeño y talento en función de organizar la lucha revolucionaria en ese territorio pinareño.

Por su parte, Sergio también ingresó en las filas del Movimiento 26 de julio y junto a su hermano Luis, a quien quería y admiraba, compartió diversas acciones revolucionarias y los peligros que ellas entrañaban.

Ambos jóvenes se destacaron en la huelga de agosto llevada a cabo en el territorio pinareño. Poco después fueron apresados por las fuerzas de la tiranía y asesinados en la noche del 13 de agosto de 1957.

Con ese crimen que conmocionó a toda la población de Pinar del Río, la dictadura batistiana asesinó dos inteligencias, dos voluntades forjadas en lo más puro del pensamiento de su tiempo, para hacer de Cuba lo que es hoy: una patria libre y soberana.
 

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