Plaza de la revolución

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viernes, 29 de junio de 2012

Santiago de Cuba, cuna y pan

Autor :Isabel Zaldívar Dieguez

 Ya el mundo vivía el siglo XVI cuando a las costas del archipiélago cubano llegó el Adelantado español Diego Velázquez y fundó, en lugar de paraíso resguardado por una bahía, la séptima y última de las villas en el proceso de sometimiento de los aborígenes de la Isla.

Si bien fue polémico el año justo de tal acto, se escogió como fecha de cumpleaños el 25 de julio, fiesta del Santo Patrón de las Españas, Santiago Apóstol, por el cual tomó nombre la ciudad, mientras Cuba lo debe a una denominación aborigen, que persistió frente a todos los intentos de sustitución.

De entonces acá mucho ha llovido y cada vez crece el grosor del libro que atesora la historia de este terruño, protagonista de hechos trascendentales que han cambiado, una y otra vez, el giro del país.

A casi cinco siglos, veo a Santiago de Cuba como un calidoscopio de hechos e imágenes que alimentan a la historia nacional. Pero tal paisaje no se subordina al sitio geográfico o hechos en sí. Este terruño nada sería sin los santiagueros, porque ésta no es ciudad que pueda guardarse en documentos y monumentos, la elevan el quehacer del día a día de cada uno de sus habitantes.

Del estremecimiento de su  fortaleza militar el 26 de julio de 1953, de sus tiros, de los gritos de horror por las torturas y de la mucha sangre joven vertida, se escribe y cuentan sus protagonistas. El otrora cuartel Moncada con sus muros amarillos y los impactos de balas frescos en su fachada, es hoy motor impulsor para los cubanos, para los santiagueros.

Al calor de una justa por hacer más, los cubanos trabajan para obtener la sede de las actividades centrales del asalto al histórico cuartel. El municipio cabecera de la provincia, con cerca de medio millón de habitantes, fue designado, este año, para los festejos. De ahí mi admiración por tanta ebullición en sus calles. Particularmente me motivaron los muchos constructores en plazas y avenidas, en casas particulares y centros de trabajo.

Tanto para el visitante como para el nativo es motivo de admiración el rápido crecimiento de instalaciones en esta ciudad, y vale remarcar: bellas instalaciones de todo tipo.

El litoral, sus principales calles y la urbe toda se mantienen como testigos  del diario quehacer que sirvió para que sus habitantes celebren por todo lo alto este 26 de julio. El reto  mayor está en vitorear el próximo año las seis décadas del asalto que trascendió fronteras. Confirmo  que será un festejo excepcional, porque el cuartel, el acontecimiento y cada piedra acumulan la historia viva de aquella epopeya cimentada por la Generación del Centenario.

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