Plaza de la revolución

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lunes, 31 de octubre de 2011

Un jardín en el centro de la ciudad de Santiago

Autor :Isabel Zaldívar Diéguez

A pocos pasos de mi residencia, en la ciudad cabecera de esta provincia, brotó como por arte de magia un precioso jardín. Tan elevadas temperaturas agudizadas en estos tiempos por los “cambios climáticos”, los santiagueros no cesan en la búsqueda de refrescar el ambiente. Tarea muy difícil en esta ciudad cercana a los cinco siglos y caracterizada por las edificaciones pegadas unas de las otras.

Así un grupo de especialistas de la Oficina del Conservador de la Ciudad convirtió lo que fuera un parqueo, junto a viviendas antiguas en mal estado, y terreno abandonado, en un sitio de maravillas. En sólo un año y tres meses nació el Jardín de las Enramadas, justo en la calle Enramadas, entre Gallo y Peralejo.

Y fíjese bien en su nombre, Jardín… no tiene ni antes ni después lo de Cremería o Coppelia, que es su principal misión, porque con toda sinceridad, es lugar de remanso con amplios espacios de jardines y sombras, bellamente combinados con obras en murales de artistas santiagueros (Gretell Arrate, Israel Tamayo e Idilio López).

Dispone de varias áreas para degustar helados y refrescos combinados con dulces, donde pueden estar cerca de 300 personas sentadas a la vez; empeño ambicioso para los 115 trabajadores de la instalación.

Sólo el salón principal, llamado Sierra Maestra, se diseñó para 232 comensales, quienes degustan los diferentes helados en mesas ubicadas entre plantas y jardineras. También está la cancha Turquino para 48 personas, y la barra Gran Piedra donde pueden concurrir otros diez clientes.

El establecimiento, con alrededor de 545 metros cuadrados, resalta tanto por el frente como por el fondo, no sólo por la novedad en pintura y jardinerías, sino por el buen gusto constructivo, que para nada rivaliza con el entorno.

Y se preguntarán cómo es posible mantener en pleno verdor tantas plantas diferentes. La solución la buscó su administrador Ricardo Despaigne, quien dispuso a dos trabajadores por turno y áreas para el cuidado de la abundante flora, y vea usted, no sólo de cada matica, también del inmueble, porque la virtud está en que el colectivo, que casi completo estuvo en la edificación desde sus inicios, siente como suyo el Jardín de las Enramadas.
 

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